viernes, 31 de octubre de 2008

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Enrique Núñez - Contracara

       

Sin darse cuenta, los priistas se dedicaron a hacerle el caldo gordo durante dos semanas a Moreno Valle.

Jamás se percataron del favor que le hicieron al senador con toda la campaña orquestada desde el PRI estatal.

De verdad que los políticos no aprenden.

Parece que ya olvidaron lo que le sucedió tanto al PAN, como al gobierno federal foxista, con la campaña gratuita en contra de Andrés Manuel López Obrador por el famoso desafuero.

En ese entonces, el panismo en pleno se encargó de operar la campaña política más efectiva de la que los mexicanos tengamos memoria.

Sin gastar un centavo, “El Peje” se convirtió en el personaje político más popular de este país, gracias a la arremetida diaria que en su contra perpetró el gobierno federal.

Con su clásica inocencia, el presidente Fox juraba que el asunto del desafuero marginaría al “caudillo” perredista de sus aspiraciones de llegar a Los Pinos.

Al “Peje” lo pisotearon, lo escupieron y lo exhibieron públicamente, pensando que lo estaban enterrando.

Para su mala suerte, no lo pudieron liquidar.

Bien dicen que golpe que no mata… fortalece.

Sin duda, la estrategia foxista se revirtió y convirtieron a López Obrador en una máquina electoral, la cual no pudo ser frenada más que con una serie de triquiñuelas electorales el 2 de julio de 2006.

Sobra decir que con el juicio de desafuero convirtieron a Andrés Manuel en un mártir, que a punto estuvo de derrocar al incipiente régimen derechista.

A cuatro años de distancia, los priistas parecieran estar inspirados en la errada estrategia foxista.

Los tricolores se apropiaron de un conflicto en el que no tenían ni vela en el entierro.

El informe de los legisladores federales del blanquiazul y los excesos en los que presuntamente incurrió el senador, y algunos funcionarios de Sedesol, era un asunto que en teoría debían arreglar los propios panistas.

Y así había iniciado.

Primero lanzó un zarpazo “El Tigre” Aguilar, lo “asegundaron” Fraile y Ocejo y los siguió Ángel Alonso Díaz Caneja.

Hasta ahí todo corría de manera normal.

Sin embargo, de momento aparecieron los legisladores locales del PRI, encabezados por Luis Alberto Arriaga, con la historia de la denuncia.

Y ahí fue donde Moreno Valle capitalizó su informe.

Ni el evento del Siglo XXI, ni los espectaculares, ni los pendones y mucho menos las acusaciones de sus compañeros de partido, lograron potencializar tanto al pupilo de la Gordillo, como la denuncia priista.

Y todo por la calentura de salir a los medios.

¿Pensarán acaso que con esta historia de la denuncia van a menguar las aspiraciones de Moreno Valle?

Si piensan así, me parece que pecan de ilusos.

Lo de Moreno Valle en este momento no es asunto del PRI.

Teóricamente, los panistas son los que deberían parar —si así lo quieren— al nieto del general.

Sin embargo, los priistas dan la impresión de ser los principales promotores de la campaña morenovallista.

Son tan efectivos promoviendo políticos que les sería muy redituable abrir su propia consultoría de marketing político.

Si de verdad quieren fulminar a Moreno Valle deberán tomar medidas mucho más serias y profesionales.

Pruebas y elementos existen, sólo deben recabarlas y esperar los tiempos correctos.

Porque en política equivocar los tiempos implica ponerse una pistola en la sien.

Habrá que ver si esta vez aprendieron la lección.

Veremos y diremos.

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